Como LUNA, soy la memoria de un pasado muy remoto. En el principio de
los tiempos el sol, la luna y la tierra estaban juntos y formaban una unidad.
Eran espíritus puros, estaban unidos al polvo etérico de los orígenes, pero no todos estaban en el mismo grado de
desarrollo por lo que llegó la separación.
Las
entidades más elevadas se fueron con el sol.
La tierra
unida a la luna conoció una época muy sombría por lo que la
tierra se desprendió de la luna y con
ella de las sustancias inferiores, vibraciones más densas que habrían impedido
al hombre proseguir su desarrollo, aunque quedó sometida en lo sucesivo a su
influencia. La tierra sola seguiría su evolución.
Sobre el
antiguo sol se habría formado la Vida. Sobre la antigua luna, la sabiduría había
penetrado el fondo de todas las cosas. El deber de la tierra, era desarrollar
el Amor que no existía todavía sobre la antigua Luna. Lo que debía llegar a ser
el hombre se había revestido en la luna con una envoltura astral y por ella el
hombre se hizo capaz de desarrollar en la tierra el amor, desde la forma más
baja hasta la más sublime
El cuerpo
físico nació sobre el antiguo Saturno, el cuerpo etérico sobre el antiguo Sol,
el cuerpo astral sobre la antigua Luna y el Yo sobre la tierra.
Soy la
materia prima, amorfa y disponible para adoptar las forma necesarias que
expresa una dimensión. Nada está separado de nada. Un huevo es “luna” pero la
cáscara es Saturno. Al mismo tiempo, lleva dentro de si el Sol de la vida que
aún no puede manifestarse y necesita ser
protegido. La nueva vida que crece en el
interior del ámbito protector va desplegando su identidad singular (el sol), en la medida en que la forma que le corresponde se imprime
o se manifiesta en la sustancia lunar que, por un lado, lo constituye en tanto sustancia y por el otro lo nutre y
lo protege.
No poseo
luz propia, sin embargo, mi presencia ilumina la noche reflejando la luz del
sol. Ilumino tu alma en los momentos de aislamiento, de sanación, de
transformación, en esos momentos de transición durante la cual “aquello que
siempre ha sido así” está desapareciendo y “lo que tiene que venir” todavía no
ha llegado.
Soy el
símbolo de conocimiento indirecto, discursivo, progresivo, frio. Represento las
emociones, el instinto, la sensibilidad, las dependencias, las necesidades, las
raíces, el inconsciente, la madre, los sueños, el calor que acoge a la semilla,
el útero, el canal para el agua de vida.
Por otro
lado Soy el aspecto tamásico de la materia, o lo que retiene, y que si se
permite su indebida influencia producirá inercia. Psicológicamente hablando,
soy esa conciencia básica que si no es activada por una conciencia superior
tiende a ser pasiva, regresiva y sin posibilidad de cambio. Se dice que “la
luna es la prisión del alma”, ya que soy el símbolo de aquel “oscuro lugar” o
recipiente material en el que el alma ha reencarnado y con el qué está obligada
a “lidiar” si quiere avanzar en el camino de la purificación a través de la
materia. Por esta razón debo estar regida o por la inteligencia mayor de la
personalidad o por la inteligencia suprema del Alma. Las tendencias lunares son
la oportunidad para que la conciencia superior pueda demostrar su poder para
transformar, dirigir, inhibir, comprender, aceptar, reajustar, razonar o
integrar sus tendencias más básicas a través de la luz del conocimiento. S in
la paz de los mundos inferiores, uno no puede tener acceso a los mundos
superiores a través de la luz de la intuición.
Descansa
en mí regazo cada vez que sientas el
peso del pasado sobre tu espalda, nútrete de mí energía protectora para que
puedas seguir tu camino. Pero no te dejes engañar por mi “hechizo lunar” de
creer que bajo mi manto protector estas
a salvo. Tarde o temprano tendrás que
salir del nido,
romper los límites de tu cómoda estancia y mirar de frente a tus
miedos y dependencias que te
acechan para averiguar que se esconde en lo más profundo de tu alma.
Inspírate
en Vulcano para forjar la energía de la
Voluntad despojándolo de la inercia y el apego, trayendo firmeza en vez de
estancamiento. El, mejor que nadie,
conoce las imperfecciones del plano físico, y aun así, nació con el don de dar
belleza y función al mundo de la forma.
Neptuno te
mostrará la expresión del amor espiritual como reflejo de la paz en el corazón. Cuando “El Señor de los Mares” está bien
integrado, la alegría lo copa todo. Él es el amor incluyente del corazón.
Y por
último El Dios de los Cielos, Urano, te enseñará el servicio a los demás y a purificar
tu mente para escuchar la intuición o la Voz Divina.
De esta manera
la Luna que yo represento en ti, se
habrá convertido en un recipiente tan transparente que solo podrá reflejar la
limpia luz del alma. Y así habrás subido
otro escalón donde la luz del intelecto
dejará paso a la luz de la intuición.