27 de abril de 2016

La Luna

Luna


Como LUNA, soy la memoria de un pasado muy remoto. En el principio de los tiempos el sol, la luna y la tierra estaban juntos y formaban una unidad. Eran espíritus puros, estaban unidos al polvo etérico  de los orígenes,  pero no todos estaban en el mismo grado de desarrollo por lo que llegó la separación.
Las entidades más elevadas se fueron con el sol.
La tierra unida a  la luna  conoció una época muy sombría por lo que la tierra se desprendió de la  luna y con ella de las sustancias inferiores, vibraciones más densas que habrían impedido al hombre proseguir su desarrollo, aunque quedó sometida en lo sucesivo a su influencia. La tierra sola seguiría su evolución.
Sobre el antiguo sol se habría formado la Vida. Sobre la antigua luna, la sabiduría había penetrado el fondo de todas las cosas. El deber de la tierra, era desarrollar el Amor que no existía todavía sobre la antigua Luna. Lo que debía llegar a ser el hombre se había revestido en la luna con una envoltura astral y por ella el hombre se hizo capaz de desarrollar en la tierra el amor, desde la forma más baja hasta la más sublime
El cuerpo físico nació sobre el antiguo Saturno, el cuerpo etérico sobre el antiguo Sol, el cuerpo astral sobre la antigua Luna y el Yo sobre la tierra.
Soy la materia prima, amorfa y disponible para adoptar las forma necesarias que expresa una dimensión. Nada está separado de nada. Un huevo es “luna” pero la cáscara es Saturno. Al mismo tiempo, lleva dentro de si el Sol de la vida que aún no puede manifestarse  y necesita ser protegido.  La nueva vida que crece en el interior del ámbito protector va desplegando su identidad  singular (el sol), en la medida  en que la forma que le corresponde se imprime o se manifiesta en la sustancia lunar que, por un lado, lo constituye  en tanto sustancia y por el otro lo nutre y lo protege.
No poseo luz propia, sin embargo, mi presencia ilumina la noche reflejando la luz del sol. Ilumino tu alma en los momentos de aislamiento, de sanación, de transformación, en esos momentos de transición durante la cual “aquello que siempre ha sido así” está desapareciendo y “lo que tiene que venir” todavía no ha llegado.
Soy el símbolo de conocimiento indirecto, discursivo, progresivo, frio. Represento las emociones, el instinto, la sensibilidad, las dependencias, las necesidades, las raíces, el inconsciente, la madre, los sueños, el calor que acoge a la semilla, el útero, el canal para el agua de vida.
Por otro lado Soy el aspecto tamásico de la materia, o lo que retiene, y que si se permite su indebida influencia producirá inercia. Psicológicamente hablando, soy esa conciencia básica que si no es activada por una conciencia superior tiende a ser pasiva, regresiva y sin posibilidad de cambio. Se dice que “la luna es la prisión del alma”, ya que soy el símbolo de aquel “oscuro lugar” o recipiente material en el que el alma ha reencarnado y con el qué está obligada a “lidiar” si quiere avanzar en el camino de la purificación a través de la materia.  Por esta razón debo estar regida o por la inteligencia mayor de la personalidad o por la inteligencia suprema del Alma. Las tendencias lunares son la oportunidad para que la conciencia superior pueda demostrar su poder para transformar, dirigir, inhibir, comprender, aceptar, reajustar, razonar o integrar sus tendencias más básicas a través de la luz del conocimiento. S in la paz de los mundos inferiores, uno no puede tener acceso a los mundos superiores a través de la luz de la intuición.
Descansa en mí regazo  cada vez que sientas el peso del pasado sobre tu espalda, nútrete de mí energía protectora para que puedas seguir tu camino. Pero no te dejes engañar por mi “hechizo lunar” de creer  que bajo mi manto protector estas a salvo.  Tarde o temprano tendrás que salir  del  nido,  romper los límites de tu cómoda estancia y mirar de frente a   tus  miedos y  dependencias que te acechan  para averiguar  que se esconde en lo más profundo de tu alma.
Inspírate en Vulcano para  forjar la energía de la Voluntad despojándolo de la inercia y el apego, trayendo firmeza en vez de estancamiento. El,  mejor que nadie, conoce las imperfecciones del plano físico, y aun así, nació con el don de dar belleza y función al mundo de la forma.
Neptuno te mostrará la expresión del amor espiritual como reflejo de la paz en el corazón.  Cuando “El Señor de los Mares” está bien integrado, la alegría lo copa todo. Él es el amor incluyente del corazón.
Y por último El Dios de los Cielos, Urano, te enseñará el servicio a los demás y a purificar tu mente para escuchar la intuición o la Voz Divina.

De esta manera la Luna que  yo represento en ti, se habrá convertido en un recipiente tan transparente que solo podrá reflejar la limpia luz del alma.  Y así habrás subido otro escalón  donde la luz del intelecto dejará paso a la luz de la intuición.