24 de agosto de 2016

ellas lo saben...


Estos son los pies de tres hermosas mujeres  que van caminando por la autopista de la vida y siempre  al encuentro de lo que cada una es en sus entrañas. Tres hermosas mujeres en la segunda etapa de sus vidas que van  transitando,  a veces,  por  difíciles montañas,  otras veces, paseando por suaves playas pero siempre orgullosas  de las muchas experiencias vividas ya que, gracias a ellas, se van haciendo cada vez más sabias.


Ya pasó la etapa donde era preciso estar presentes  para otros, ahora están presentes para sí mismas, porque ellas saben que es hora de aceptar los miedos del pasado e integrarlos  pues lo vivido no se puede cambiar y sin embargo, queda tanto por hacer, tantas capacidades por descubrir y tantos talentos por explorar que no importan las veces que puedan caer,  porque cada derrota es un gran triunfo pero esto solo se sabe a partir de la segunda etapa de la vida.

Ellas se ríen de sí mismas y mientras adornan  los pies con las flores que encuentran a su paso  dan un puntapié a las sombras que intentan colarse  en el cielo de sus vidas. Ellas saben que en esta fase son el centro de atención respecto a sí mismas,  una tarea  llena de riesgos pero también de mil recompensas. Es tiempo de despertarse y de liberarse de viejas cadenas,  de escuchar en el silencio y de aquietar la mente  haciendo un guiño a la vida….ellas lo  saben!! 

9 de agosto de 2016

Cuentos para el alma


Cuento Zen

Érase una vez un maestro  que se había levantado de muy buen humor. Sus discípulos decidieron aprovechar el buen talante del maestro y le preguntaron como lo había hecho para buscar a Dios.
El maestro les dijo - primero fui conducido al País de la Acción donde permanecí un tiempo. A continuación llegó el País de la Aflicción donde permanecí hasta que mi corazón quedó limpió de todo desorden. Después me vi en el País del Amor donde las ardientes llamas quemaron cuanto quedaba de egoísmo. Y así llegué al País del Silencio donde se desvelaron ante mis asombrados ojos los misterios de la vida y la muerte. ¿y ésta fue la última fase de tu búsqueda? No,  respondió el maestro,  un día fui llamado a visitar el santuario más escondido del templo y así llegué al País de la Risa.

La risa es la mejor medicina, además fortalece el sistema inmunitario y mejora la salud emocional


Lo esencial es invisible para los ojos (El principito)

Entonces apareció el zorro:
—¡Buenos días! —dijo el zorro.
—¡Buenos días! —respondió cortésmente el principito que se volvió pero no vio nada.
—Estoy aquí, bajo el manzano —dijo la voz.
—¿Quién eres tú? —preguntó el principito—. ¡Qué bonito eres!
—Soy un zorro —dijo el zorro.
—Ven a jugar conmigo —le propuso el principito—, ¡estoy tan triste!
—No puedo jugar contigo —dijo el zorro—, no estoy domesticado.
—¡Ah, perdón! —dijo el principito.
Pero después de una breve refl exión, añadió:
—¿Qué significa "domesticar"?
—Tú no eres de aquí —dijo el zorro— ¿qué buscas?
—Busco a los hombres —le respondió el principito—. ¿Qué significa "domesticar"?
—Los hombres —dijo el zorro— tienen escopetas y cazan. ¡Es muy molesto! Pero también crían gallinas. Es lo único que les interesa. ¿Tú buscas gallinas?
—No —dijo el principito—. Busco amigos. ¿Qué significa "domesticar"? —volvió a preguntar el principito.
—Es una cosa ya olvidada —dijo el zorro—, significa "crear vínculos... "
—¿Crear vínculos?
—Efectivamente, verás —dijo el zorro—. Tú no eres para mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos y no te necesito para nada. Tampoco tú tienes necesidad de mí y no soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si tú me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo..
—Comienzo a comprender —dijo el principito—. Hay una flor... creo que ella me ha domesticado...
—Es posible —concedió el zorro—, en la Tierra se ven todo tipo de cosas.
—¡Oh, no es en la Tierra! —exclamó el principito.
El zorro pareció intrigado:
—¿En otro planeta?
—Sí.
—¿Hay cazadores en ese planeta?
—No.
—¡Qué interesante! ¿Y gallinas?
—No.
—Nada es perfecto —suspiró el zorro.
Y después volviendo a su idea:
—Mi vida es muy monótona. Cazo gallinas y los hombres me cazan a mí. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres son iguales; por consiguiente me aburro un poco. Si tú me domesticas, mi vida estará llena de sol. Conoceré el rumor de unos pasos diferentes a todos los demás. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra; los tuyos me llamarán fuera de la madriguera como una música. Y además, ¡mira! ¿Ves allá abajo los campos de trigo? Yo no como pan y por lo tanto el trigo es para mí algo inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada y eso me pone triste. ¡Pero tú tienes los cabellos dorados y será algo maravilloso cuando me domestiques! El trigo, que es dorado también, será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo.
El zorro se calló y miró un buen rato al principito:
—Por favor... domestícame —le dijo.
—Bien quisiera —le respondió el principito pero no tengo mucho tiempo. He de buscar amigos y conocer muchas cosas.
—Sólo se conocen bien las cosas que se domestican —dijo el zorro—. Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Lo compran todo hecho en las tiendas. Y como no hay tiendas donde vendan
amigos, los hombres no tienen ya amigos. ¡Si quieres un amigo, domestícame!
—¿Qué debo hacer? —preguntó el principito.
—Debes tener mucha paciencia —respondió el zorro—. Te sentarás al principio un poco lejos de
mí, así, en el suelo; yo te miraré con el rabillo del ojo y tú no me dirás nada. El lenguaje es fuente de
malos entendidos. Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca...
El principito volvió al día siguiente.
—Hubiera sido mejor —dijo el zorro— que vinieras a la misma hora. Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde; desde las tres yo empezaría a ser dichoso. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto, descubriré así lo que vale la felicidad. Pero si tú vienes a cualquier hora, nunca sabré cuándo preparar mi corazón... Los ritos son necesarios.
—¿Qué es un rito? —inquirió el principito.
—Es también algo demasiado olvidado —dijo el zorro—. Es lo que hace que un día no se parezca a otro día y que una hora sea diferente a otra. Entre los cazadores, por ejemplo, hay un rito. Los jueves bailan con las muchachas del pueblo. Los jueves entonces son días maravillosos en los que puedo ir de paseo hasta la viña. Si los cazadores no bailaran en día fijo, todos los días se parecerían y yo no tendría vacaciones.
De esta manera el principito domesticó al zorro. Y cuando se fue acercando el día de la partida:
—¡Ah! —dijo el zorro—, lloraré.
—Tuya es la culpa —le dijo el principito—, yo no quería hacerte daño, pero tú has querido que te domestique...
—Ciertamente —dijo el zorro.
—¡Y vas a llorar!, —dijo él principito.
—¡Seguro!
—No ganas nada.
—Gano —dijo el zorro— he ganado a causa del color del trigo.
Y luego añadió:
24
—Vete a ver las rosas; comprenderás que la tuya es única en el mundo. Volverás a decirme adiós y yo te regalaré un secreto.
El principito se fue a ver las rosas a las que dijo:
—No son nada, ni en nada se parecen a mi rosa. Nadie las ha domesticado ni ustedes han domesticado a nadie. Son como el zorro era antes, que en nada se diferenciaba de otros cien mil zorros.
Pero yo le hice mi amigo y ahora es único en el mundo.
Las rosas se sentían molestas oyendo al principito, que continuó diciéndoles:
—Son muy bellas, pero están vacías y nadie daría la vida por ustedes. Cualquiera que las vea podrá creer indudablemente que mí rosa es igual que cualquiera de ustedes. Pero ella se sabe más importante que todas, porque yo la he regado, porque ha sido a ella a la que abrigué con el fanal, porque yo le maté los gusanos (salvo dos o tres que se hicieron mariposas ) y es a ella a la que yo he oído quejarse, alabarse y algunas veces hasta callarse. Porque es mi rosa, en fin.Y volvió con el zorro.
—Adiós —le dijo.
—Adiós —dijo el zorro—. He aquí mi secreto, que no puede ser más simple : sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos.
—Lo esencial es invisible para los ojos —repitió el principito para acordarse.
—Lo que hace más importante a tu rosa, es el tiempo que tú has perdido con ella.
—Es el tiempo que yo he perdido con ella... —repitió el principito para recordarlo.
—Los hombres han olvidado esta verdad —dijo el zorro—, pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre de lo que has domesticado. Tú eres responsable de tu rosa...
—Yo soy responsable de mi rosa... —repitió el principito a fin de recordarlo.

8 de agosto de 2016

Sentir de la naturaleza




Las  vacaciones nos permiten respirar a un ritmo más tranquilo y pausado que lo habitual y  relaja las tensiones que se han ido acumulando durante meses. Sin embargo, las estructuras mentales son las mismas en enero que en agosto y los miedos que dominan nuestros horizontes internos siguen  impidiendo  ver universos escondidos en el fondo de nuestras almas.  En algún momento de nuestra trayectoria  se nos olvidó respirar la magia que rodea la naturaleza y dejamos de nutrirnos de ella. Se nos olvidó mirar con los ojos del corazón la belleza oculta de los bosques, del mar y de los cielos estrellados y nos volvimos ciegos a la sutileza que alimenta nuestras entrañas. Se nos olvidó escuchar las risas de las flores, el mensaje del agua o el de los animales, y nos volvimos sordos a percibir la vida desde otro sitio que no fueran los oídos.

Aprovechemos estos días y salgamos a la naturaleza con las percepciones bien abiertas a descubrir universos que están ahí mismo esperándonos,  tan solo hace falta estar atentos y dejarnos sentir desde el corazón.