Cuando empecé a estudiar astrología, hace ya algunos años, mi objetivo
era (sigue siéndolo todavía) mi propio
redescubrimiento, quería entenderme, conocer cómo y por qué fluctuaban mis
emociones y el poder que tenían sobre mí. Desde entonces no he parado, sigo
investigando el efecto que tienen los astros sobre cada una de nosotras.
La Luna y Venus son dos planetas que
tienen mucho que ver con lo femenino. Mientras que la luna es nuestro refugio, nuestro alimento, también
es el principio receptivo, es lo que se adapta y da forma como el agua en un
recipiente. Son también las tendencias, las necesidades y dependencias...etc. Venus es
el arquetipo de la mujer amante sin complejos, prejuicios ni dependencias. Ama
porque quiere, disfruta de los sentidos y se entrega al momento que
experimenta. Representa la independencia
emocional y sexual. Es el erotismo, la seducción y el amor independiente.
Tomándome a mí misma como ejemplo, os
diré que me he peleado mucho con estos dos planetas. Me ha llevado un tiempo
comprender que el verdadero amor no se puede comprar, no tiene límites, ni
poseedores, pero lo podemos manipular y
convertirlo en una especie de sucedáneo
para malvivir con él. ¿Cuántas veces nos hemos quedado atrapadas en un “amor “ que
no puede dar más de sí? ¿Cuántas veces nos hemos sentido que dependemos de
alguien? o ¿Cuántas veces hubiéramos
querido salir corriendo de una relación? Sin embargo, el miedo nos ha impedido tomar el control de nuestras vidas y vamos posponiendo nuestras
decisiones sin querer responsabilizarnos de nuestros actos. Sentimos
la pasividad e incapacidad de ser
una con nosotras mismas, nos agarramos a nuestra pareja de turno, como si nos
fuera la vida en ello y si la separación
se produce, la frustración y el sufrimiento se adueña de nuestra vida.
Con la luna aprendí a manejar mis dependencias
emocionales, fui consciente de miedos
ocultos que saboteaban mi cotidianidad. Venus me enseña constantemente a ser
cada día un poco más libre, a quererme y
aceptarme como soy. Es la diosa de la alquimia capaz de renovar nuestras vidas
cada vez que reconocemos en nosotras, esa maravillosa capacidad de embellecer
aquello, sobre lo que ponemos nuestra atención, o cada vez que nos sentimos libres y llenas de
nosotras mismas.
Estas dos maestras me han
enseñado a respetar a esa mujer autónoma y libre que hay en mí, a no posponerme
y si lo hago a ser sincera conmigo misma. He aprendido que el sufrimiento es
parte de la vida pero que no tiene demasiado sentido alargarlo más de lo
debido. He aprendido a que el amor va mucho más lejos que la atracción, pero
que la seducción es parte del juego y hace que me sienta viva y magnética.
Marte y Venus el baile de lo masculino y
lo femenino, la conquista y el ser
conquistad@. Ambos planetas están invitados a entenderse para danzar al mismo
ritmo. Marte nos estimula a sacar la fuerza y el impulso, la pasión y la
intensidad para vivir y disfrutar al máximo y como no, del sexo. Vivir sin pasión hace que nada
tenga sentido, que nuestro barco vaya a la deriva y sin rumbo.
Es hora de recuperar el timón, de
agarrarlo bien fuerte para navegar hacia nosotras mismas. Es hora de bailar, el
baile de la vida.
Mai
Mai