Hace algo más de un año nos encontraste
enfermo, desnutrido y con pocas esperanzas de vida. Pero te fuiste recuperando entre
mimos, flores de Bach, homeopatía, imposición de manos y cuidados médico/veterinarios. Tu salud mejoró muchísimo y aunque dicen que tu enfermedad es irreversible sigues compartiendo tu preciosa y tierna mirada azul
con todos nosotros.
Nos hemos entendido siempre muy bien, aunque
las veces que toca veterinario no estás muy de acuerdo
conmigo….. Cada vez que te rascamos la tripa eres el gato panza arriba más
feliz del mundo y es casi imposible sentarse
sin que saltes encima, te re-coloques
y nos mires a los ojos diciendo: …ni te muevas que
yo estoy muy a gusto en tu regazo!!!!
¿Te
acuerdas cuando llegaste a nuestras vidas? Te fuiste acercando poco a poco,
hasta que un día te encontramos en la parte superior de la casa. Allí
permaneciste algunos meses hasta que
persuadiste a Tximu (la gata del clan)
que podías formar parte de la familia gatuna.
No fue fácil, todavía se enfurruña contigo, pero tu paciencia pudo más
que su obstinación, y ahora convives con todos (perros y gatos) en la parte
habitable de la casa.
Al principio te llamamos Txiki, pero se decidió que había que ponerte un
nombre como “dios manda” y te pusimos Zuri (blanco), aunque todavía “alguien” se empeñe en llamarte Galdu (perdido), y de galdu ya no te queda nada.
Gracias Zuri por regalarnos cada día con tu presencia y por enseñarnos
que la vida merece ser vivida a pesar de los grandes obstáculos que uno se encuentra por el camino. Gracias, también, por enseñarnos a ser agradecidos porque se nos olvida a menudo.
Gracias Zuri por regalarnos cada día con tu presencia y por enseñarnos
que la vida merece ser vivida a pesar de los grandes obstáculos que uno se encuentra por el camino. Gracias, también, por enseñarnos a ser agradecidos porque se nos olvida a menudo.