La vida está llena de momentos estupendos
que pasan por nuestro lado sin enterarnos. Estamos tan inmersos en nuestra
propia vorágine que los instantes se escapan como el agua de entre las manos. Así,
la vida se convierte en una tremenda
carga de obligaciones y llantos. Un día,
una mariposa de alegres colores sorprende nuestros corazones, rozando con sus
alas rutinas y dolores. Cansados y hartos de caminar siempre en la
misma dirección, nos damos cuenta de que lo único que falla es nuestro déficit
de atención. Atentos al presente descubrimos que la sonrisa es un puente de colores
a otras dimensiones, que una flor habla si se
le presta atención, y que el corazón se
llena de admiración cada vez que escucha el canto del ruiseñor. Si, el
gusto de vivir se esconde en las pequeñas cosas, en esos pequeños detalles que
oculta la prisa. Tal vez, sentarse a escucharse a sí misma sería una buena solución.
¡Vamos…digo yo!.