En tu vientre
aprendí el valor de la vida,
de tus senos bebí
la luz del Ser,
en mis primeros
pasos apoyé mi alma en ti,
luego vinieron
tus cuidados,
tus sonrisas y
también tus lágrimas,
y a través de
ello me deslicé hasta mi adolescencia,
allí recogí en
tus labios la belleza de mi igual.
Después compartimos
la lucha por un mundo nuevo,
y la esperanza de
florecer en lo diferente.
En tus caricias
me sumergí en la plenitud que siempre me acompaña.
Después contigo
llegaron ellos,
esos seres
diminutos llenos de murmullos y sorpresas a los que llamamos hijos,
y mientras tanto
en las noches y los días de mi vida
me he ido
disolviendo en el placer de tu piel y las caricias compartidas
y saborear
como mi yo se acerca al abismo del
infinito.
Sin ti no soy,
sin ti ni tan siquiera llego a reconocer que existo.
Sin tu libertad,
la mía es humo de tristeza y desolación.
Sigo y seguiré a
tu lado,
pero a ti te toca
tomar el poder de la libertad en tus manos,
y reafirmar que
eres, has sido y siempre serás libre.
Tuyo siempre,
desde el silencio, que en mi es respeto a tus decisiones,
espero el camino
de tus pasos, para acompañarte en él.
Jose Miguel Román Aguirre