19 de abril de 2015

Margaritas

Nasrudín, el monje Sufí, había decidido plantar flores en su jardín. Para eso preparó el suelo, sembró semillas de las flores que le parecían más bellas.
Cuando las flores comenzaron a nacer, observó con enfado que su jardín se iba llenando de flores que él no había elegido, especialmente de margaritas.
Nasrudín fue en busca de consejo especializado. Habló con todos los jardineros que conocía y leyó las instrucciones para librarse de las margaritas. Todo fue en vano.
Las margaritas crecían cada vez más fuertes, se mezclaban con los claveles, con las dalias y con otras flores.
Por fin, decidió ir a la capital y entrevistarse con el jardinero real, jefe del jardín del palacio del Rey. El sabio jardinero ya había aconsejado a muchos otros de cómo librarse de flores y plantas indeseables.
Nasrudín contó su esfuerzo por librarse de las margaritas que crecían en su jardín. El viejo jardinero lo escuchó atentamente y después de un largo silencio dijo:
- Por lo visto, tienes que cambiar tu decisión y aprender a amar a las margaritas.
(Idries Shah)

Margaritas


¿Cuántas “margaritas” hay en nuestras vidas que no queremos que estén en ellas?,  ¿cuántas situaciones que no entendemos, ni queremos entender, nos desbaratan el día a día?,   ¿Cúantas veces querríamos estar en otro lugar o en otras circunstancias?,  ¿cuántos momentos perdidos porque no somos capaces de transcender y fluir?.
Vivimos entre contradicciones, todos queremos ser felices deseando un mundo a nuestra medida, pero el mundo ya tiene su propia medida, él “es” y nosotros deberíamos parar, reflexionar y dejarnos vivir.

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