11 de enero de 2015

El brillo del alma


brillo


A veces me siento vacía, no tengo nada que contar, nada me sorprende. Los duendes de la inspiración se han marchado dejándome en medio de un árido paisaje. Me falta la sorpresa. Esa facultad de maravillarse por todo, ese brillo interno, esa chispa burbujeante que hace que una se sienta absolutamente viva. Los colores son intensos, la vida se siente llena y estoy llena de todo. 
 
Cuando el brillo y la sorpresa desaparecen me quedo atrapada en un mundo gris. Voy a un espacio donde no veo a mis ángeles, ni sus destellos dorados. En su lugar aparecen los demonios de la apatía, la desidia o el aburrimiento. Pareciera que alguien hubiera apagado las luces de mi alma, esas luces que son mis guías, antorchas en mi camino. 
 
Los años me han enseñado a captar las señales de las sombras, de mis sombras. Me han enseñado a recolocarme en mi presente y dejar pasar las tinieblas que no son otra cosa que mis propios pensamientos y patrones, que a fuerza de repetirlos una y otra vez, se han hecho verdaderas fortalezas. Fortalezas que he aprendido a sortear. A veces me sorprendo con la facilidad que caen y resurgen de nuevo.
Son tiempos de sanación, de aligerar la mochila que llevamos en la espalda, de pulir nuestra alma y devolverle su estado original.



Más que ver defectos en otras personas,
ocupo el tiempo en mirarme a mi mismo.
El alma, el diamante eterno, debe ser pulido constantemente.

Pulir el alma es devolverle su estado original.
No se trata de cambiar, sino de volver a ser quien fui

Recupero el brillo de mis cualidades originales
de paz, pureza, felicidad, fuerza interna, amor.

Retorno definitivamente a mi naturaleza
de bondad e inteligencia espiritual
Firmes en la meta
Brahma Kumaris

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